viernes, 2 de noviembre de 2012

Gabriel

He perdido la noción total de tiempo, no sé cuándo ni cómo terminé aquí, tampoco sé si algún día voy a salir. No distingo el inicio ni el final. Estoy atrapado en la inmensidad. No hay ningún color, no hay cosas, no hay sonidos, lo único a lo cual he logrado aferrarme es esta hambre atroz que roe mis entrañas y me recuerda que de alguna manera bendita y cruel aun existo… Es un día nublado, de esos que me encantan, porque están hechos para consentirnos, sin embargo desde que me he levantado sentí una gran pena en el corazón, anoche reviví el día de la tragedia, las imágenes de mi padre tirado en el camino, su rostro cubierto de sangre, los gritos de auxilio de mi madre, la cara de culpa del pobre Octavio, después el llanto inconsolable de la abuela. Solo de acordarme he agotado mi dosis anual de lágrimas y apenas son las nueve de la mañana. Nunca he sido fanática de las festividades pueblerinas, sin embargo la abuela dice que hay que tenerle respeto a la muerte y que olvidarse de los muertos es como demeritar todo lo que hicieron por nosotros en vida. Mamá preparo las enchiladas favoritas de papa, y mientras la abuela correteaba a todos los sobrinos para acomodar el altar yo me he sentado en la cocina a hacer alfeñiques de todas las frutas pero en particular muchos plátanos que eran sus favoritos. En realidad no sé si sea verdad que él va a venir pero he procurado poner en ello todo mi amor, quiero que sepa que no lo hemos olvidado. Después de todo este tiempo he aprendido a acostumbrarme al silencio, es frío, martillea y duele pero es constante. Sé que estoy en busca de algo y me angustia no saber que es ni donde comenzar a buscar. Un hilito de luz apenas visible se interpone en mi camino, es totalmente diferente a todo lo que existe, cambia de forma, me seduce, me acerco muy despacio , con temor a que desaparezca, concentro en él toda mi atención y un alivio minúsculo comienza a invadir mi inmensidad. La luz desaparece, pero en su lugar surge otro hilito me desplazo con rapidez, luego una serie de hilitos consecutivos aparecen y me arrastran con ellos, todo aquel conjunto de diminutos destellos de alivio me hacen olvidar el sufrimiento constante. ¿Eh Gabriel eres tú?. Mi mundo se detiene, de donde es que viene ese sonido, es lejano y burdo llega despacio como en partes, en realidad no tiene ningún sentido, pero la última palabra, Gabriel esa capta mi atención, es suave y la siento como mía, deseo con todas mis fuerzas que aquella desgastada voz continúe. Gabriel, porque sigues aquí, creí que habrías dejado este mundo hace mucho tiempo, ¿Qué pasa? tienes miedo de irte, o quizá aún no has logrado encontrarte. Gabriel aquella palabra suena una y otra vez, encontrarse, dónde, cómo, irse, si ni siquiera sabe dónde está. Ha ya veo mi pequeño, la muerte ha sido un paso difícil eh, supongo que morir aplastado por un caballo no es nada sencillo, anda termina ya de beberte todas las esencias, que tu familia cocinó todo esto solo para ti, luego que acabes intenta usar un poco de la cordura que llega con el amor y encuentra tu camino antes de que el hambre nuble tu vista otra vez. Familia, de pronto lo invade una tristeza brutal, y se hace consiente del gran hueco que hay en esa extraña realidad, luego se viene un dolor inmenso, lejano de cualquier cosa conocida ,es el dolor del alma que quiere descansar, entonces empieza su búsqueda con ánimos renovados, penetra todos los rincones, y va recolectando pequeñas piezas del gran rompecabezas, empieza por hacerse consciente de sus emociones, de sus deseos, luego revive sus sueños, aviva los triunfos y deja ir las derrotas pasadas, recuerda la tragedia, perdona, y en un suspiro deja ir todo lo que aún le quedaba en el corazón. Ahora sabe que su tiempo ha terminado y está listo para irse. Entonces todo aquel universo se inunda de luz, una luz blanca brillante llena de paz. Se entrega por completo y se une a la masa radiante de donde todo comienza y donde todo termina. Un olor Familiar me ha despertado de súbito, cojo mis sandalias y corro por el pasillo, según el reloj son apenas las 1:00 de la mañana. Abuela!! Papá está aquí, mamá!!!! ¿Puedes olerlo? Es el olor de papa cuando llegaba del trabajo, está aquí. La pequeña corre tan de prisa que casi se tropieza, pero al llegar al altar la imagen de la vieja ciega vidente del pueblo la detiene en seco y le hiela la sangre. Tranquila niña, solo he pasado a saludar a tu padre, estate tranquila que te dejo todo el amor que sus viejos huesos pudieron guardar, sin embargo siéntete feliz lo ha logrado, por fin ha superado la muerte.