domingo, 13 de marzo de 2011

café de despedida ...

Era viernes por la noche, la ciudad como bañada de luz resplandecía a través de la ventana, ella estaba  acurrucada en su asiento, sus ojos fijos en él, comenzó por recorrer sus brazos fuertes que sostenían aquella delicada taza de café, luego se perdió en su cuello irresistible que a cada movimiento la hacía estremecer, finalmente sus ojos la hechizaron, él hablaba de trivialidades, el aroma a café que había en el ambiente los relajaba, sin embargo, se percibía un halo de tensión, porque sin importar lo que sucediera esa noche al final tendrían que separarse e inevitablemente sufrirían el uno por el otro, había pasado antes, esta vez era diferente, ella ni siquiera quería parpadear, se reía como seduciéndolo y él se dejaba llevar, poco a poco sus manos juguetonas se encontraron y el contacto les dio una sacudida, era como un espasmo fuerte, constante, que recorría sus cuerpos y que al llegar a corazón se partía en miles de pedacitos que dolían, él la miró, y deseo con todas sus ganas que aquel momento nunca desapareciera, amaba su sonrisa, tal vez más aun amaba ser la razón de su sonrisa, tuvo que contener las ganas de tomarla entre sus brazos y besarla con locura, pero tuvo más miedo de que al moverse el encantamiento desaparecería, quería tenerla bien grabada en su mente, su cabello ondulado que enmarcaba aquel rostro, aquellas manos delicadas, su olor. Toda aquella atmosfera comenzó a llenarse de ellos, y conforme trascurría el tiempo quisquilloso los demás comensales fueron desapareciendo, entonces  se encontraron el uno al otro, él solo la miraba  a ella, ella solo lo miraba a él, eran prácticamente la misma persona dividida en dos partes, ella escuchaba con atención aquella conversación enérgica que él iba construyendo,  tal vez solo por el placer de escuchar su voz. Y así con la mirada fija en él, se dio cuenta de que todo se iba convirtiendo en una locura, apenas podía creer que estuvieran allí, se había acostumbrado a su ausencia, y a estas alturas no hubiera podido decir si lo amaba a él, o amaba solo lo que ella creía que era él, poco a poco comenzó a percibir toda la distancia que los separaba, estaban uno junto al otro pero sus caminos no iban en la misma dirección, él percibió como sus ojos iban entristeciéndose, la conocía lo suficiente como para interpretar  aquella sonrisa a medias, sus manos nerviosas y aquella lagrima a punto de salir. Había llegado la hora de partir. Se dieron una última mirada, de agradecimiento, de nostalgia, de despedida y luego salieron al encuentro un destino que los esperaba ansioso.

sábado, 12 de marzo de 2011

Lo que nunca sabras


Eran las 12 de la noche, y aun no sabía que escribir tal vez porque un te amo sería demasiado, y un te quiero sería muy poco, como decirle a alguien que lo amas y que estas dispuesta a cualquier cosa, pero sin que decida que eres una loca sin remedio, o sin asustarlo tanto que se aleje de ti, como decirle que el tiempo se agota y que  un amor que no se cuida puede morir y que pronto podría ser demasiado tarde, como decir que muero de ganas de besarte, que he soñado con este día y fantaseado con la idea de estar entre tus brazos y sentirme tuya, como decir que junto a  cualquier  persona tu eres simplemente lo único que hay. Pues como mas, así, porque me canse de que seamos solo amigos, porque cada vez que me miras descubro que hay mucho mas en ti que los delirios en mi cabeza, porque sé que el fondo tu también me amas, pero que tienes demasiado miedo para abrir tu corazón, no sé qué es lo que suceda después de este día, quizá mi amor se vuelva loco, quizá crezca sin sentido, quizá me llegue la decepción, quizá desaparezca de tu vida para siempre, por ahora solo tengo la certeza de que no sabrás nada jamás, porque esa es la clase de cosas que no se hacen, es la clase de cosas que te toca descubrir.