domingo, 25 de septiembre de 2011

Elena

“Quienes venimos a este mundo somos irremediablemente suicidas, pero no todos de la misma calaña.”
Mario Benedetti
El gris del cielo combinaba perfecto con los vestidos negros que lucía la gran mayoría de aquella desconocida multitud, el aire como enfurecido volaba todo a su paso, y los cabellos dorados de Elena azotaban su rostro infantil, miraba a su alrededor sin entender porque todos lloraban, parecía que hasta el cielo estaba triste, había comenzado a chispear.
Elena vestía un ampón vestido de lana negro, combinado con su saco gris de cuadros, su madre había estado llorando toda la tarde, y Elena había permanecido aferrada a ella, le preocupaba mucho, pues, en sus apenas cinco años de vida nunca la había visto llorar.
Una mano pequeña pero fuerte comenzó a sacudir a Elena desesperadamente, ella medio adormecida por el frio tardó en reaccionar, pero cuando se volvió lo único que vio fue la silueta de Leo alejándose con rapidez, un impulso desconocido la hizo soltar a su madre y correr detrás de él, el frio hacía difícil mantener la mirada fija y el terreno pedregoso la hizo caer, sin embargo al final encontró a leo hecho un ovillo bajo un árbol.
-¿qué pasa? ¿A dónde vas?
- Voy al cielo, a traer a mamá de vuelta, ¿quieres venir conmigo?
Elena notó las lagrimas en el rostro de Leo, era pequeña, pero su madre le había hablado de la muerte, le dijo que todo debía ser cíclico, que vinimos de un lugar lejano, de un todo, y que tarde o temprano regresaríamos, le dijo que eso era lo que convertía nuestra existencia en maravillosa, porque cada segundo era único, y que si la vida le gustaba o no eso no cambiaria en nada el hecho de que cada día irremediablemente estaría más cerca de morir.
La niña se acerco a leo, lo estrujo entre sus brazos, y luego le dijo al oído:
-Vamos al cielo, solo hay un problema, vas por el camino equivocado...

viernes, 6 de mayo de 2011

Mi sweater de hoyitos rojo

Viernes en la tarde, un día hermoso, llueve, hace tiempo que no lo hacía, huele a tierra mojada, y el azul inmenso del cielo me trae viejos recuerdos, abro la ventana, un ventarrón hace volar las cortinas, aquel aire frio se cuela en mi sweater de hoyitos rojo, revuelca mi cabello, entra por mi nariz y de pronto me invade un escalofrío inmenso, así es como se supone deberían ser todos los días, con olor a ti, me pregunto qué clase de treta es esta que me juega el destino, mira que traerte a mi lado para luego dejarme sentirte solo a gotas, es algo muy cruel, sin embargo espere tanto por esto, que no sería capaz de dejarte ir, creo que soy adicta a tu sonrisa, a tu forma de hablar, a tu forma de mirar, soy adicta a ti, no sé cómo he sobrevivido tanto tiempo, guardando todo este sentimiento para el día que inesperadamente vengas aventarme sobre ti y dejarlo estallar, es tal vez porque toda esta espera me ha hecho paciente, no sé si pensarás en mi como yo en ti justo en este momento, sin embargo por experiencia sé que nadie puede ser indiferente a este grado de amor, y que tarde o temprano tu también vas a estallar, y créeme estaré aquí esperando por ti cuando eso suceda, tal vez solo sea necesario esperar a que deje de llover.

viernes, 1 de abril de 2011

divagues post-trauma en el laboratorio.

Un arduo día de trabajo, mis ojos están cansados, mis pies duelen, mi único deseo dormir, mi cabeza a punto de estallar y mi cuerpo que se mantiene en pie solo por inercia, camino despacio como disfrutando el cansancio, mi bitácora parece mucho más pesada de lo normal, mi cabeza esta echa un lío, abro la puerta del laboratorio y allí está, el mejor regalo del mundo, un atardecer como ningún otro, el dorado de las plantas que se pierde en el infinito rosado, las nubes dando el toque de misterio y el aire como un abrazo majestuoso en el que se funde todo lo existente. Y entonces un momento cualquiera de pronto se convierte en el momento perfecto, esa clase de momentos en los que todo parece recobrar el sentido, el esfuerzo realizado parece abonado a una causa real, y aunque no existe una certeza de que es lo que está bien, por lo menos estas seguro de que no hay nada mal, algo dentro de ti se detiene, hay un silencio prolongado, luego una voz débil que va cobrando fuerza, te reúsas a escucharla pero ella no está dispuesta a ceder, grita con todas sus fuerzas, primero parece una queja, pero luego descubres que se trata de una exigencia, una plegaria aplastada, empolvada, olvidada, eres tú, que se reúsa a seguir viviendo de la misma manera, es tu yo que te demanda ser feliz. Primero lo meditas, saboreas la confusión, luego das al clavo, te das cuenta de que has vivido engañado toda tu vida, claro que habías sido feliz, nadie olvida los mejores instantes de su vida, sin embargo la felicidad es más profunda que ello, porque es muy fácil ser feliz cuando todo está bien, sonreír cuando alguien más ya te ha sonreído, disfrutar de lo bueno de la vida, el verdadero reto es no permitir que las cosas te sobrepasen, dejar de lado todo aquello que al final no vale la pena, resulta que el ser feliz es una decisión.

domingo, 13 de marzo de 2011

café de despedida ...

Era viernes por la noche, la ciudad como bañada de luz resplandecía a través de la ventana, ella estaba  acurrucada en su asiento, sus ojos fijos en él, comenzó por recorrer sus brazos fuertes que sostenían aquella delicada taza de café, luego se perdió en su cuello irresistible que a cada movimiento la hacía estremecer, finalmente sus ojos la hechizaron, él hablaba de trivialidades, el aroma a café que había en el ambiente los relajaba, sin embargo, se percibía un halo de tensión, porque sin importar lo que sucediera esa noche al final tendrían que separarse e inevitablemente sufrirían el uno por el otro, había pasado antes, esta vez era diferente, ella ni siquiera quería parpadear, se reía como seduciéndolo y él se dejaba llevar, poco a poco sus manos juguetonas se encontraron y el contacto les dio una sacudida, era como un espasmo fuerte, constante, que recorría sus cuerpos y que al llegar a corazón se partía en miles de pedacitos que dolían, él la miró, y deseo con todas sus ganas que aquel momento nunca desapareciera, amaba su sonrisa, tal vez más aun amaba ser la razón de su sonrisa, tuvo que contener las ganas de tomarla entre sus brazos y besarla con locura, pero tuvo más miedo de que al moverse el encantamiento desaparecería, quería tenerla bien grabada en su mente, su cabello ondulado que enmarcaba aquel rostro, aquellas manos delicadas, su olor. Toda aquella atmosfera comenzó a llenarse de ellos, y conforme trascurría el tiempo quisquilloso los demás comensales fueron desapareciendo, entonces  se encontraron el uno al otro, él solo la miraba  a ella, ella solo lo miraba a él, eran prácticamente la misma persona dividida en dos partes, ella escuchaba con atención aquella conversación enérgica que él iba construyendo,  tal vez solo por el placer de escuchar su voz. Y así con la mirada fija en él, se dio cuenta de que todo se iba convirtiendo en una locura, apenas podía creer que estuvieran allí, se había acostumbrado a su ausencia, y a estas alturas no hubiera podido decir si lo amaba a él, o amaba solo lo que ella creía que era él, poco a poco comenzó a percibir toda la distancia que los separaba, estaban uno junto al otro pero sus caminos no iban en la misma dirección, él percibió como sus ojos iban entristeciéndose, la conocía lo suficiente como para interpretar  aquella sonrisa a medias, sus manos nerviosas y aquella lagrima a punto de salir. Había llegado la hora de partir. Se dieron una última mirada, de agradecimiento, de nostalgia, de despedida y luego salieron al encuentro un destino que los esperaba ansioso.

sábado, 12 de marzo de 2011

Lo que nunca sabras


Eran las 12 de la noche, y aun no sabía que escribir tal vez porque un te amo sería demasiado, y un te quiero sería muy poco, como decirle a alguien que lo amas y que estas dispuesta a cualquier cosa, pero sin que decida que eres una loca sin remedio, o sin asustarlo tanto que se aleje de ti, como decirle que el tiempo se agota y que  un amor que no se cuida puede morir y que pronto podría ser demasiado tarde, como decir que muero de ganas de besarte, que he soñado con este día y fantaseado con la idea de estar entre tus brazos y sentirme tuya, como decir que junto a  cualquier  persona tu eres simplemente lo único que hay. Pues como mas, así, porque me canse de que seamos solo amigos, porque cada vez que me miras descubro que hay mucho mas en ti que los delirios en mi cabeza, porque sé que el fondo tu también me amas, pero que tienes demasiado miedo para abrir tu corazón, no sé qué es lo que suceda después de este día, quizá mi amor se vuelva loco, quizá crezca sin sentido, quizá me llegue la decepción, quizá desaparezca de tu vida para siempre, por ahora solo tengo la certeza de que no sabrás nada jamás, porque esa es la clase de cosas que no se hacen, es la clase de cosas que te toca descubrir.
 

domingo, 27 de febrero de 2011

Un nudo en el corazón


Últimamente he sentido un nudo en el corazón, cada vez que volteo lo único que espero, es verte, mis ojos comienzan por recorrer el paisaje de izquierda a derecha, reservando para el final aquel rincón en el que siempre estas, con forme aquellos arboles pasan mi corazón se acelera, y el tiempo parece ir demasiado lento,  se me pasan por la cabeza un millón de cosas, odio mi peinado, mi ropa es horrible, el perfume se ha ido, mi pasos se vuelven vacilantes, y mi risa comienza  a hacerse más estridente, de pronto la respiración cesa, mi pulso se detiene,  ahí estas, actuando de forma completamente normal, te diviertes, puedo ver tu sonrisa, y me dan celos, porque puedo notar que no soy la única persona en tu vida, la adrenalina comienza a hacer efecto, y siento unas ganas locas de correr y tomarte entre mis brazos, quiero olerte, quiero tocarte, quiero besarte, no quiero separarme de ti, sin embargo, algo me detiene, ahí está otra vez, es el nudo, esa cosa que oprime mis sentimientos, esa maraña de recuerdos que no hacen más que bombardearme con todas las razones por las cuales tu nunca estarías conmigo, a veces me pregunto si eso es real, porque comienzo a creer que es solo otra forma de exteriorizar mis miedos, intento poner mi mente en blanco, pero cuando estas tan cerca de mí, no pienso nada de forma coherente, y desde luego no puedo dejar de pensar, me aturden tus labios, el sonido de tu voz, el hecho de que respiramos el mismo aire, me aturde tanto amor, un enorme suspiro destapa aquella revolución, te veo una vez más, y con un sentimiento de nostalgia creciente me alejo de ti, o tal vez me alejo de mí, porque a estas alturas ya no distingo entre tú y yo.